Hace unos años, mientras daba consultas de tarot, me ocurrió algo que jamás olvidaré y que cambiaría mi enfoque para siempre.
Un consultante llegó visiblemente inquieto. Era su primera experiencia con el tarot, y durante la lectura, una de las cartas que apareció parecía intensificar su preocupación en lugar de aliviarla. Preguntó con dudas: “¿Esto significa que todo irá mal en mi vida?”
Sentí su miedo y su resistencia; podía notar que no confiaba del todo en el proceso ni en mí. Fue un momento desafiante. Pero, en lugar de apurarme o restarle importancia, hice algo diferente: me detuve, respiré y comencé a escuchar profundamente lo que realmente lo preocupaba.
Le hablé del tarot como un espejo que refleja nuestro camino, no un dictado rígido. Usé ejemplos, lo guié a reflexionar sobre la situación y juntos encontramos nuevas posibilidades en las cartas. A medida que la consulta avanzaba, esa tensión inicial se convirtió en conexión.
Al final, me dijo algo que hasta hoy resuena en mi corazón: “Vine pensando que el tarot era algo fijo y un poco intimidante, pero me voy con esperanza. Esto no fue solo una lectura, fue un espacio seguro para entenderme.”
Esa experiencia me hizo darme cuenta de que, como tarotistas, no estamos en el negocio de leer cartas; estamos en el negocio de crear confianza y transformar miedos en entendimiento.
Transformar problemas en oportunidades
Como tarotistas, los momentos difíciles son nuestras mayores oportunidades para demostrar nuestro valor.
Si un consultante entra con dudas o incluso escéptico, es nuestro momento de convertir su experiencia en algo único:
- Escuchar más allá de las palabras. A veces, lo que necesitan no es solo interpretación de las cartas, sino sentir que los comprendes.
- Reforzar la conexión. Mostrar empatía y explicar las cartas de manera que fomenten el entendimiento, no el miedo.
- Hacer de cada lectura una experiencia inolvidable. Convertir los momentos incómodos en oportunidades de sanación, aprendizaje y orientación.
¿Qué aprendemos de esto?
Los problemas no deben ser vistos como costos emocionales o desafíos a evitar, sino como inversiones en relaciones duraderas. Un consultante que llega confundido y se va inspirado puede ser un embajador invaluable, llevando nuestra práctica más allá de una simple lectura y haciendo que otros confíen en nuestra capacidad.
En un mundo de incertidumbre, crear confianza no es solo un acto de servicio, sino el corazón de nuestra misión como guías espirituales.
La próxima vez que enfrentes una situación retadora, recuerda esto: cada desafío que resuelves no solo refuerza la relación con tu consultante, sino que fortalece el propósito y la autenticidad de tu práctica.